-¿Por qué no iba a dolerme?
-Porque fue tu decisión.
Así empezó la conversación entre mi subconsciente y yo.
-Hice lo que creí mejor.
-Entonces, ¿por qué lloras?
-Simplemente no puedo parar, me pasa cada vez que me pongo a pensar si estuve bien.
Sí, hablo conmigo sobre esto. Porque a veces siento que no puedo hacerlo con nadie más.
-¿Por qué?
-No entenderían.
Realmente creo que no lo harían. ¿Cómo explicarlo?
-Todo el mundo pensó y sintió alguna vez como vos pensas y sentis ahora.
-Tal vez, pero yo no soy todo el mundo. Por eso, a mis ojos, este dolor es especial, y no se compara con nada. Nadie lo entiende.
-¿Como sabes?
-Porque soy yo quien lo vive.
Como verás, no termina con una gran revelación. Aunque no la necesito, las cosas que sé son suficientes para recordar, llorar y sonreír al mismo tiempo.
martes, 22 de octubre de 2013
sábado, 19 de octubre de 2013
El viento sopla y el sol brilla, y desde esta terraza veo como el mundo no se detuvo, tampoco los latidos de mi pobre, cansado y herido corazón. Los recuerdos me atacan, se vuelven balas y se me meten en el cuerpo de
un sólo disparo, con cada uno aparece una lágrima, tal vez es por eso que no
puedo dejar de llorar. Esta visión lo tiene todo: el recuerdo, el paso del tiempo, el amor y la
despedida. Tal vez hice mal en volverla un recuerdo, siempre que lo veas, me
vas a ver. Para mí, cada paso es un símbolo nuestro. Cada esquina que pisamos, cada beso que nos dimos, cada caricia hecha,
cada sonrisa sin contener, cada chiste que hicimos, cada plan que
pensamos, cada mirada que cruzamos, todo el camino que recorrimos de la mano.
Yo no necesito una calle, un regalo o una canción para recordarte: estas en el
aire que sólo yo respiro, te me pegas en cada suspiro y cuando derramo lágrimas
sé que es porque vos, en algún lugar y de algún modo, haces lo mismo. Fuimos
destino puro, y destino es lo que siempre seremos. Y si así tiene que ser, algún
día, de la forma y en el momento menos esperados, nos vamos a chocar de
casualidad. Por eso no me esperes, nunca me fui. Mientras tanto, mírame desde
tu terraza que yo te veo con el alma.
lunes, 16 de septiembre de 2013
Fue un instante. Solo un instante. Donde la tentación por fin se volvió hecho, cuando el miedo se desvaneció en un beso.
Fue el instante, ese instante preciso. Cuando tu boca pidió más que solo deseo, cuando tus ojos me decían que esto no era pasajero.
Fue un instante, el mejor instante. Ese en el que hubo claridad, caricias y la más dulce incertidumbre.
Fue un instante, el eterno instante. Uno en el que las dudas no tuvieron nunca un lugar, y los riesgos no tenían nada que perder.
Fue un instante, nuestro instante. Y no volvimos a necesitar nada más.
Fue el instante, ese instante preciso. Cuando tu boca pidió más que solo deseo, cuando tus ojos me decían que esto no era pasajero.
Fue un instante, el mejor instante. Ese en el que hubo claridad, caricias y la más dulce incertidumbre.
Fue un instante, el eterno instante. Uno en el que las dudas no tuvieron nunca un lugar, y los riesgos no tenían nada que perder.
Fue un instante, nuestro instante. Y no volvimos a necesitar nada más.
lunes, 19 de agosto de 2013
Puede llegar ese punto donde todo y nada son lo mismo. Se unen, se vuelven uno solo. Igual que vos y yo. Lo sentimos todo y al final terminamos sin nada.
Fuimos la altura y el cielo, terminamos en el suelo por caer de un abismo. Fuimos la velocidad y la adrenalina, terminamos estrellados contra el muro por no pisar nunca el freno. Fuimos luz, calor y vida, terminamos en la fría oscuridad, enterrando sentimientos. Fuimos pasión, terminamos compartiendo la cama con la soledad. Fuimos miradas y abrazos, terminamos ciegos, con los brazos vacíos. Fuimos amor, terminamos siendo miedo.
Fuimos todo, y ahora no somos nada.
Fuimos la altura y el cielo, terminamos en el suelo por caer de un abismo. Fuimos la velocidad y la adrenalina, terminamos estrellados contra el muro por no pisar nunca el freno. Fuimos luz, calor y vida, terminamos en la fría oscuridad, enterrando sentimientos. Fuimos pasión, terminamos compartiendo la cama con la soledad. Fuimos miradas y abrazos, terminamos ciegos, con los brazos vacíos. Fuimos amor, terminamos siendo miedo.
Fuimos todo, y ahora no somos nada.
sábado, 16 de febrero de 2013
Era un reflejo quebrado. Un llanto desparramado en el suelo. Una escena aterradora y vil la esperaba en la mesa, junto al café frío. Una sinceridad condenatoria, una máscara conforme que se rompe y desaparece en el cielo tormentoso. Una herida que no sana.
El comportamiento errante y la sonrisa que contagia falsedades. La crisis y la locura. La desesperación y la pasión. La destrucción, la sangre, el precipicio y un alma suicida. La tentación abrazada al placer y el pecado.
Un vacío existencial y ella se rehúsa a perecer bajo el olvido. Horas interminables se burlan de sus deseos. Las estrellas no iluminan ni cambian. El tiempo no se puede parar. La muerte no se detiene ni se da por vencida.
El comportamiento errante y la sonrisa que contagia falsedades. La crisis y la locura. La desesperación y la pasión. La destrucción, la sangre, el precipicio y un alma suicida. La tentación abrazada al placer y el pecado.
Un vacío existencial y ella se rehúsa a perecer bajo el olvido. Horas interminables se burlan de sus deseos. Las estrellas no iluminan ni cambian. El tiempo no se puede parar. La muerte no se detiene ni se da por vencida.
martes, 8 de enero de 2013
Diálogo real a la imaginación
-Creo que es diferente para cada uno. Y yo soy capaz de amar de una forma nunca antes vista, incluso si sólo me amas por una noche. . . o por toda la eternidad. Pero no podes hacerlo, no es correcto (ni el momento, ni el lugar, ni la persona). De cualquier manera, no es posible quedarse mudo, las palabras no pueden desaparecer, incluso si no sos capaz de decirlas en voz alta. Estamos hechos de palabras. . . y de silencios. Y por eso es que me voy justo ahora.
-¿Esto es igual que Cenicienta?
-No, es más bien como Caperucita Roja, sólo que yo no soy Caperucita ni el lobo. . . sino el cazador.
-Entonces, ¿Dónde termina tu historia?
-Justo en el principio.
-¿Esto es igual que Cenicienta?
-No, es más bien como Caperucita Roja, sólo que yo no soy Caperucita ni el lobo. . . sino el cazador.
-Entonces, ¿Dónde termina tu historia?
-Justo en el principio.
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