Fue un instante. Solo un instante. Donde la tentación por fin se volvió hecho, cuando el miedo se desvaneció en un beso.
Fue el instante, ese instante preciso. Cuando tu boca pidió más que solo deseo, cuando tus ojos me decían que esto no era pasajero.
Fue un instante, el mejor instante. Ese en el que hubo claridad, caricias y la más dulce incertidumbre.
Fue un instante, el eterno instante. Uno en el que las dudas no tuvieron nunca un lugar, y los riesgos no tenían nada que perder.
Fue un instante, nuestro instante. Y no volvimos a necesitar nada más.
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