sábado, 19 de octubre de 2013
El viento sopla y el sol brilla, y desde esta terraza veo como el mundo no se detuvo, tampoco los latidos de mi pobre, cansado y herido corazón. Los recuerdos me atacan, se vuelven balas y se me meten en el cuerpo de
un sólo disparo, con cada uno aparece una lágrima, tal vez es por eso que no
puedo dejar de llorar. Esta visión lo tiene todo: el recuerdo, el paso del tiempo, el amor y la
despedida. Tal vez hice mal en volverla un recuerdo, siempre que lo veas, me
vas a ver. Para mí, cada paso es un símbolo nuestro. Cada esquina que pisamos, cada beso que nos dimos, cada caricia hecha,
cada sonrisa sin contener, cada chiste que hicimos, cada plan que
pensamos, cada mirada que cruzamos, todo el camino que recorrimos de la mano.
Yo no necesito una calle, un regalo o una canción para recordarte: estas en el
aire que sólo yo respiro, te me pegas en cada suspiro y cuando derramo lágrimas
sé que es porque vos, en algún lugar y de algún modo, haces lo mismo. Fuimos
destino puro, y destino es lo que siempre seremos. Y si así tiene que ser, algún
día, de la forma y en el momento menos esperados, nos vamos a chocar de
casualidad. Por eso no me esperes, nunca me fui. Mientras tanto, mírame desde
tu terraza que yo te veo con el alma.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario