Allá en el recuerdo se te quiebran los lazos. El pasado nunca va a dejar de perseguirte si no lo dejas alcanzarte. Y la inocencia que entonces perdiste te volvió al cuerpo el día que llegué. Pero las cicatrices en tu espalda y en tu alma te llenaron de paranoias, y ahí fue que tu espíritu quebró. Yo no pude sostener tus pesadillas, ni pelearme con tus realidades.
Es una imagen desgarradora, y aún así, no es nada comparado con lo que hay en tu mente. La perversidad que nace, crece y se alimenta de aquellos castigos infundados, y que sé que algún día se pondrá en movimiento. Y entonces, cuando sea ya muy tarde, lejos de mi abrazo y de mi fé, vendrá el arrepentimiento de los terceros que tendrían que haber sido primeros.
No lo rompas y no te engañes, que mi mirada compasiva siempre te perdona.
No importa que no entiendas, que no olvides, sé que tu conciencia lleva mi nombre.
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