sábado, 16 de febrero de 2013

Era un reflejo quebrado. Un llanto desparramado en el suelo. Una escena aterradora y vil la esperaba en la mesa, junto al café frío. Una sinceridad condenatoria, una máscara conforme que se rompe y desaparece en el cielo tormentoso. Una herida que no sana.  
El comportamiento errante y la sonrisa que contagia falsedades. La crisis y la locura. La desesperación y la pasión.  La destrucción, la sangre, el precipicio y un alma suicida. La tentación abrazada al placer y el pecado. 
Un vacío existencial y ella se rehúsa a perecer bajo el olvido. Horas interminables se burlan de sus deseos. Las estrellas no iluminan ni cambian. El tiempo no se puede parar. La muerte no se detiene ni se da por vencida.